lunes, 22 de septiembre de 2014

Cambiando mis emociones negativas

Una habitante habitual de mi blog, Patricia Ashuel, con su forma particular de trasmitir ideas, mezclando las suyas con las de grandes pensadores.
Aca toca uno de mis temas favoritos, que es desarrollar mis emociones positivas, mirar "El medio vaso lleno" como le llamamos normalmente. Lo interesante de esta reflexión es el "como" llegar a esa forma de entendimiento de lo que me sucede, como manejar esas emociones negativas y transformarlas en positivas, y ese claro, ese es el trabajo que hay que realizar en nuestro camino que, recuerden, lo importante es el camino y no el destino.

CAMBIANDO MIS EMOCIONES NEGATIVAS
Una investigación mundial realizada por The Consortium for Research on Emotional Intelligence in Organizations arrojó este sorprendente resultado:
El cociente de éxito se debe en un 23%  a las capacidades intelectuales y un 77% a las capacidades emocionales.

Y yo me pregunto de ser así, por qué en la escuela no nos enseñan esta competencia?
En mi práctica como Coach reconozco que saber manejar las emociones negativas es uno de los desafíos mas importantes que tenemos.
Y así como nos educamos intelectualmente mas allá de lo que nos dieron nuestros padres, también es nuestra responsabilidad educarnos emocionalmente. Hacerlo se traducirá en una mejor calidad de vida, mayor rendimiento en el trabajo y sensaciones mas positivas y de felicidad en nuestra vida.

Un poema completo
es uno donde la emoción
ha encontrado su pensamiento y este las palabras justas.
Robert Frost

De qué estamos hablando cuando decimos educarnos a nivel emocional?
Sostengo que es estar en contacto con nuestras emociones, saber qué hechos las disparan, qué personas aprietan nuestros botones y cómo lo hacen y a qué acciones nos predisponen las mismas.
Los enojos y las frustraciones son patrimonio de todos, sin embargo la persona que es inteligente emocionalmente sabe que es una pérdida de tiempo y gasto energético y se enfoca en otra cosa.



La taquigrafía de la emoción
es la música que genera.
Cuál es la música que asocias
a tus emociones negativas?

 
Detrás de cada emoción hay una conversación interna que es la que la sostiene.
Esta conversación es transparente para nosotros.
Estamos enojados? Pues veamos que hay detrás de esa emoción. Tomemos algo para escribir y empecemos a desmenuzarla. Cada uno tendrá la propia pero quiero darte un ejemplo:

Cuando te llenes de alegría,
no prometas nada a nadie.
Cuando te domine un enojo no contestes ninguna carta

 
Hay un hecho que pasa en mi vida y empieza mi conversación.....
Esto no es lo que yo esperaba...
Esto no es justo...
Esto cambia mis planes....
Esto va en contra de mi forma de ser...
Quiero un castigo, quiero que se haga justicia..
Fulano es asi o asa... y me quedo pensando cosas negativas acerca de él o de la situación y casi sin darme cuenta me quedo enganchado en esta conversación interna que retroalimenta mi enojo y me deja entrampada en un círculo vicioso del cual me cuesta salir.

La risa de nosotros mismos
nos permite ser mas razonables
que cuando estamos enojados

Como salir?
Después que la identificamos y la podemos poner en papel veamos cual es el pensamiento mas importante que la sostiene. En el ejemplo mío el juicio maestro es para mi "Esto va en contra de mi forma de ser".
Entonces busco darme cuenta que lo que pasó, simplemente pasó. No hay una amenaza en absoluto. Lo acepto como una posibilidad y veo que hago con eso. Y es esta acción la que me permite salir de mi enojo.

El enojo es un estado
en que la lengua funciona mas rápido que la mente.

 
Analiza entonces cuál es tu capacidad de respuesta emocional?
Consideras que estás presente en tus emociones eligiendo cuáles quieres vivir y cuáles evitar?
Cuánto tiempo te quedas atrapado, sin respuesta, en una emoción negativa como el enojo, la bronca o el resentimiento?
Si hicieras un balance de tu vida afectiva o laboral que porcentaje le pondrías a tus emociones positivas y negativas?
En tu vida eliges tener razón o ser feliz?

Por cada minuto de enojo perdemos sesenta segundos
de felicidad
Ralph Waldo Emerson



Te mando un beso y me despido de ti hasta la próxima semana con una sonrisa.

Patricia Ashuel

lunes, 8 de septiembre de 2014

El odio religioso acorrala a los cristianos

Después de la última publicación en mi blog de la nota de Arturo Perez-Reverte, una buena amiga me hizo llegar esta nota de Marcos Aguinis que deberíamos leer todos, ya que amplía en detalle hasta que punto estamos inmersos en una guerra Santa, así sin rodeos, tan claro como lo leen. Les dejo la nota para que saquen sus propias conclusiones. Gracias Patri por el aporte.
Buena semana para tod@s

El odio religioso acorrala a los cristianos

Por Marcos Aguinis | LA NACION


Un volcán escupe lava y amenaza multitudes. El ala fundamentalista del islam, tras varias décadas de latencia, se ha erguido con furia y avanza al ritmo de diversas intensidades, métodos y justificaciones. Pretende devolver el mundo a la oscuridad de la Edad Media.
La ONG llamada Mechric (Comité Cristiano del Medio Oriente), formada por instituciones de Irak , Líbano, Sudán, Irán, Siria y todo el norte de África, fue fundada en 1981 para monitorear las agresiones que se venían cometiendo contra las poblaciones cristianas desde el Atlántico hasta el océano Índico. La masacre contra la iglesia copta de Alejandría determinó que esa entidad publicase un documento en el que -¡por fin palabras claras!- condenó a sus autores directos e intelectuales. "Este acto atroz fue realizado por los seguidores jihadistas de una ideología criminal corporizada por Al Qaeda, la red Salafi y sus aliados, que están infiltrando las elites de toda la región." Mechric urge a los pueblos cristianos del orbe a movilizarse en favor de sus hermanos del Medio Oriente gravemente amenazados por una permanente discriminación y persecución. "También convocamos a los sectores democráticos y las organizaciones defensoras de los derechos humanos de los países árabes y musulmanes a condenar la barbarie cometida contra los coptos de Egipto y contra los cristianos de Irak y otras regiones de la zona." Desde entonces la situación ha empeorado.
No es un secreto que en Arabia Saudita está terminantemente prohibido construir una iglesia o exhibir una cruz, pese a que ese país construye mezquitas suntuosas por doquier (en la Argentina se le donó un valiosísimo terreno). Bajo la Autoridad Palestina, el hijo de un peluquero en la ciudad de Qalkilia fue encarcelado por el "crimen" de haber formulado dudas respecto del islam; los intendentes cristianos de varias ciudades cisjordanas fueron reemplazados por musulmanes. Un lento y permanente éxodo vacía de cristianos a todos los territorios llamados "palestinos". Los católicos también están desapareciendo de Irán. No cesan de disminuir los maronitas en el Líbano. Casi no quedan en Siria.
Las matanzas ocurridas en Sudán a lo largo de muchos años por hordas que irrumpían en las aldeas cristianas conforman una muestra del más extremo horror. Ni hablar sobre el genocidio de Darfur. Pero Sudán y otros países que oprimen a la mujer y discriminan a sus minorías religiosas, siguen formando parte de las Naciones Unidas y ¡hasta integran comisiones vinculadas con los derechos humanos! En Eritrea se propagó la fantasía de que los cristianos deseaban voltear la junta dictatorial y se puso en marcha una campaña para limpiar el país de "los subversivos que portan una cruz". En Bagdad hubo un asalto a la catedral, en medio de la misa, y se asesinó a 58 personas. Durante la dictadura del general Muhammad Zia, en Pakistán, se sancionó una ley contra la blasfemia, término vago que incluye desde una expresión insultante hasta una ingenua duda sobre las verdades del Corán. En Nigeria fueron secuestradas centenares de niñas, forzadas a convertirse al islam y ser esclavas sexuales. La misma técnica, pero agravada, ocurre en Irak: después de asesinar a todos los varones de la familia, son secuestradas sus mujeres para que también sirvan de esclavas sexuales. El espanto es más intenso al enorgullecerse los fanáticos por la decapitación de sus prisioneros y someter a otras víctimas al suplicio de la crucifixión. ¡En pleno siglo XXI!
Estos sectarios aspiran a un Medio Oriente Christenrein (limpio de cristianos), así como ya lograron que sea Judenrein (limpio de judíos) cuando expulsaron de sus países a todos los judíos en 1949, que terminaron refugiándose en Israel. Se estima que la población cristiana del Medio Oriente hasta fines del siglo XX se acercaba a un 20%. Los últimos censos la han reducido a un 5%. Y su número sigue bajando. Ahora se ha exacerbado el odio contra los inermes azeríes y otras minorías, que son objeto de un exterminio sistemático. Aquí corresponde emplear la palabra "genocidio", que se ha banalizado en boca de muchos ignorantes. Genocidio es precisamente eso: liquidar a un vasto grupo humano por razones de nacionalidad, raza, etnia o religión. Exterminarlo, hacerlo desaparecer de la faz de la tierra. El siglo XX sufrió el genocidio del pueblo armenio y otro más atroz, el del judío. Luego llegaron las matanzas africanas. Ahora se destacan los crímenes perpetrados por la rama asesina del islam. Algunos líderes, envalentonados por sus éxitos, han manifestado que también recuperarán España y, en la misma España, ciertos imanes respaldan ese "derecho", para lo cual se reproducen imágenes de la antigua presencia musulmana en el país. En otras palabras, el infierno del Medio Oriente, para estos sicarios, no se reducirá al Medio Oriente. Su ambición es planetaria, aunque parezca absurda.
El delirio ya se ha extendido más de lo sospechado. Crece bajo el calor de la tolerancia religiosa que floreció en Occidente. Pero esa tolerancia no es asumida por muchos líderes musulmanes. En Italia, el ministro del Interior acaba de expulsar al imán Raoudi Aldelbar con este mensaje: "Es inaceptable que se hagan explícitas invitaciones a la violencia y el odio religioso. Por eso he dispuesto su inmediata expulsión del territorio nacional. Que mi decisión sirva de advertencia a todos quienes piensen que en Italia se puede predicar el odio". La medida fue adoptada tras una serie de investigaciones del Servicio Central Antiterrorista Italiano. Durante sus alocuciones el imán maldijo a Israel y pidió la intercesión de Alá para que "muera hasta el último judío". "Israel es un pueblo que merece ser encadenado y maldito. Alá: búscalos de uno a uno y mata hasta el último de ellos. Haz que su comida se convierta en veneno y se convierta en llamas el aire que respiran".
No es un estilo nuevo. Prédicas similares abundan en Irán y son propaladas a diario por Hezbollá y Hamás.
Urge que la porción civilizada del mundo ponga las manos en el fuego. Lo acaba de hacer el papa Francisco con su habitual valentía. Falta que también eleven su voz los gobiernos y las organizaciones internacionales. Pero, sobre todo, falta que haya condenas explícitas contra esta versión canallesca del islam por parte de los mismos musulmanes. Es decisivo. A éstos les corresponde defender los aspectos nobles de su religión. Hacerlo con fuerza. Es comprensible que los atraviese el miedo a represalias cargadas de salvajismo. Pero su silencio los hace cómplices. No alcanza con poner las culpas afuera. Las matanzas en Siria, Irak, Nigeria y otros países no dan lustre a las enseñanzas del Corán ni corresponden a las palabras con las que empieza cada una de sus suras: "En el nombre de Alá, clemente, misericordioso". En esos crímenes no hay clemencia ni misericordia, sino agravio a los cielos, si se considera que Alá es el creador de la vida.
Lamentablemente, en el Corán existen versículos reñidos con la paz, la pluralidad y la tolerancia, que citan los jihadistas. Es obligatorio decirlo y reconocerlo. Como también es obligatorio decir y reconocer que también existe ese tipo de versículos en la Biblia. Pero la civilización ha logrado que se haga abstracción de las porciones hostiles y se acentúen las piadosas y fraternales. Ellas convierten a las religiones en un motor de la paz exterior e interior, luego de siglos en que parecían condenadas a lo contrario.

lunes, 1 de septiembre de 2014

Es la guerra santa, idiotas

Y si, no nos damos ni cuenta, no tenemos puesto ni el uniforme, pero desde hace tiempo que estamos inmersos en una guerra que no tiene un final claro, pero que va mal eso es seguro, y sino solo hace falta mirar a nuestro alrededor.


Es la guerra santa, idiotas

Pinchos morunos y cerveza. A la sombra de la antigua muralla de Melilla, mi interlocutor -treinta años de cómplice amistad- se recuesta en la silla y sonríe, amargo. «No se dan cuenta, esos idiotas -dice-. Es una guerra, y estamos metidos en ella. Es la tercera guerra mundial, y no se dan cuenta». Mi amigo sabe de qué habla, pues desde hace mucho es soldado en esa guerra. Soldado anónimo, sin uniforme. De los que a menudo tuvieron que dormir con una pistola debajo de la almohada. «Es una guerra -insiste metiendo el bigote en la espuma de la cerveza-. Y la estamos perdiendo por nuestra estupidez. Sonriendo al enemigo».
Mientras escucho, pienso en el enemigo. Y no necesito forzar la imaginación, pues durante parte de mi vida habité ese territorio. Costumbres, métodos, manera de ejercer la violencia. Todo me es familiar. Todo se repite, como se repite la Historia desde los tiempos de los turcos, Constantinopla y las Cruzadas. Incluso desde las Termópilas. Como se repitió en aquel Irán, donde los incautos de allí y los imbéciles de aquí aplaudían la caída del Sha y la llegada del libertador Jomeini y sus ayatollás. Como se repitió en el babeo indiscriminado ante las diversas primaveras árabes, que al final -sorpresa para los idiotas profesionales- resultaron ser preludios de muy negros inviernos. Inviernos que son de esperar, por otra parte, cuando las palabras libertad y democracia, conceptos occidentales que nuestra ignorancia nos hace creer exportables en frío, por las buenas, fiadas a la bondad del corazón humano, acaban siendo administradas por curas, imanes, sacerdotes o como queramos llamarlos, fanáticos con turbante o sin él, que tarde o temprano hacen verdad de nuevo, entre sus también fanáticos feligreses, lo que escribió el barón Holbach en el siglo XVIII: «Cuando los hombres creen no temer más que a su dios, no se detienen en general ante nada».
Porque es la Yihad, idiotas. Es la guerra santa. Lo sabe mi amigo en Melilla, lo sé yo en mi pequeña parcela de experiencia personal, lo sabe el que haya estado allí. Lo sabe quien haya leído Historia, o sea capaz de encarar los periódicos y la tele con lucidez. Lo sabe quien busque en Internet los miles de vídeos y fotografías de ejecuciones, de cabezas cortadas, de críos mostrando sonrientes a los degollados por sus padres, de mujeres y niños violados por infieles al Islam, de adúlteras lapidadas -cómo callan en eso las ultrafeministas, tan sensibles para otras chorradas-, de criminales cortando cuellos en vivo mientras gritan «Alá Ajbar» y docenas de espectadores lo graban con sus putos teléfonos móviles. Lo sabe quien lea las pancartas que un niño musulmán -no en Iraq, sino en Australia- exhibe con el texto: «Degollad a quien insulte al Profeta». Lo sabe quien vea la pancarta exhibida por un joven estudiante musulmán -no en Damasco, sino en Londres- donde advierte: «Usaremos vuestra democracia para destruir vuestra democracia».
A Occidente, a Europa, le costó siglos de sufrimiento alcanzar la libertad de la que hoy goza. Poder ser adúltera sin que te lapiden, o blasfemar sin que te quemen o que te cuelguen de una grúa. Ponerte falda corta sin que te llamen puta. Gozamos las ventajas de esa lucha, ganada tras muchos combates contra nuestros propios fanatismos, en la que demasiada gente buena perdió la vida: combates que Occidente libró cuando era joven y aún tenía fe. Pero ahora los jóvenes son otros: el niño de la pancarta, el cortador de cabezas, el fanático dispuesto a llevarse por delante a treinta infieles e ir al Paraíso. En términos históricos, ellos son los nuevos bárbaros. Europa, donde nació la libertad, es vieja, demagoga y cobarde; mientras que el Islam radical es joven, valiente, y tiene hambre, desesperación, y los cojones, ellos y ellas, muy puestos en su sitio. Dar mala imagen en Youtube les importa un rábano: al contrario, es otra arma en su guerra. Trabajan con su dios en una mano y el terror en la otra, para su propia clientela. Para un Islam que podría ser pacífico y liberal, que a menudo lo desea, pero que nunca puede lograrlo del todo, atrapado en sus propias contradicciones socioteológicas. Creer que eso se soluciona negociando o mirando a otra parte, es mucho más que una inmensa gilipollez. Es un suicidio. Vean Internet, insisto, y díganme qué diablos vamos a negociar. Y con quién. Es una guerra, y no hay otra que afrontarla. Asumirla sin complejos. Porque el frente de combate no está sólo allí, al otro lado del televisor, sino también aquí. En el corazón mismo de Roma. Porque -creo que lo escribí hace tiempo, aunque igual no fui yo- es contradictorio, peligroso, y hasta imposible, disfrutar de las ventajas de ser romano y al mismo tiempo aplaudir a los bárbaros.

Arturo Pérez-Reverte 

Gabriel José García Márquez

Gabriel José García Márquez   Aracataca ,   Magdalena ,   Colombia ;   6 de marzo   de   1927 Ciudad de México ,   México ;   17 de abril   ...