Carta abierta del Sr. González: con la reelección,
¿vuelven los reyes?
Lo bueno es que cada seis años cambien todos -pero
todos- todos, y que aparezca gente nueva, sangre joven, con ganas de revisar lo
hecho y seguir creciendo.
Buenos días. Mi nombre es González. A veces, yo
aparezco en esta página por voluntad del autor, a quien prefiero no nombrar,
porque a veces me ha dejado mal parado. Sobre todo cuando me tilda de
"facho", cuando yo de fascista no tengo nada. Soy una persona común y
corriente. He ido al colegio y mis padres me enseñaron algunas cosas. Nada del
otro mundo.
Por ejemplo: me enseñaron que la humanidad ha
evolucionado por etapas: primero la horda primitiva de la edad de piedra, más o
menos una jauría de lobos ligeramente mejorada; luego las monarquías del
neolítico, donde cada hombre disponía de varias mujeres, al mismo tiempo que el
Jefe o Rey era el único dueño de todas las cosas que se podían utilizar para
comer, abrigarse o cultivar algunos vegetales; luego vinieron los grandes
condados o reinos, con su propio ejército y su religión nacional; luego los
Imperios que abarcaban distintas razas y lenguas. En todos estos sistemas de
gobierno, el único dueño de la tierra era el Rey. O el Señor Feudal. Las
tierras se vendían, se heredaban, se compraban y se conquistaban, con la gente
adentro. Los labradores (y en general los pobres) no tenían permiso para viajar
a ninguna parte, ni comprar, ni vender, ni decir, ni opinar. Eran parte de la
tierra. De hecho, yo he estado en el país de mis antepasados inmigrantes, y he
conversado con los chacareros de allá, y me dicen que ellos nunca salieron del
pueblo. No conocen ni Roma, ni Génova, ni Venecia, ni Madrid, ni Valencia, ni
Barcelona, ni Dublín. Porque eso de salir del pueblo es sólo para los ricos.
Como dicen en Italia de los napolitanos, son
"terrones": pedazos de tierra negra, oscura, ordinaria, ligados al
propio suelo del que forman parte.
Pero sucedió entonces (en 1789) la Revolución
Francesa. No me pidan cifras o fechas: no es mi fuerte. Al mismo tiempo, se
produjeron la Revolución Americana (o sea de los Estados Unidos) y la Inglesa.
Parece ser que los ingleses inventaron un sistema para que los reyes (aún
gobernando, formalmente) no se convirtieran en tiranos caprichosos: se llamó
"monarquía parlamentaria". O sea que el rey (o la reina) desempeñaba
un papel más bien decorativo, mientras que las decisiones importantes las
tomaban los senadores y diputados, elegidos por el pueblo. El rey firmaba el
papel, y listo.
En cambio, los americanos eran más directos: no
querían saber nada con los reyes. Incluso no aceptaban siquiera el gobierno
central de Washington. Cada gringo estaba con la escopeta al frente de su casa,
y, si venían a cobrarle impuestos, apretaba el gatillo. Son gente de rifle, los
yanquis.
Los franceses, en este sentido, fueron los más
extremistas: directamente, le cortaron la cabeza a los reyes. Después, se la
cortaron a los condes, ministros y sirvientes de los reyes. Al final, se la
cortaron al propio Monsieur Guillotin, que había inventado el sistema de la
guillotina como gran avance humanitario, para evitar a los verdugos que pifian
el hachazo, etc.
El caso es que los ingleses, en 1806, se vinieron
al asalto de Buenos Aires y Montevideo, con sus clásicos barcos piratas, con
toda la intención de quitarle sus colonias a España. La Madre patria, a todo
esto, estaba en problemas: en 1808 hubo un pronunciamiento revolucionario,
mientras Napoleón invadía la Península (porque la Revolución Francesa se había
convertido en Imperio, igual que pasó después con el comunismo en la Unión
Soviética).
¿Cuál era la idea de esta gente? Quiero decir, los
americanos, los franceses, los ingleses, y algunos hispano-americanos como
Miranda, San Martín, Bolívar, etc. Cada hombre es libre, igual a los otros,
hermano de los otros, y aquello que gane con su trabajo es suyo, es propio, es
de su propiedad, está garantizado por la ley. Lindo. ¿Verdad? Nadie se lo puede
quitar. El ciudadano es libre de vender o comprar, circular de un país a otro,
casarse con quien quiera, y si le parece ¡Hacerse trolo!
No sé si me explico. Todo esto estaba en la Revolución
Francesa.
Son las ideas que Saavedra y Moreno, San Martín y
Belgrano, y después otros, establecieron en nuestro país.
Hubo un problema -todo hay que decirlo-con los
indios pampas y chilenos. Estos formaban unas monarquías de poder absoluto, que
no respetaban la propiedad privada (ni la igualdad ni la libertad, ni nada) de
manera que se declaró una guerra entre la República Argentina y el Imperio
Araucano, que duró desde 1820 hasta 1880. Era a matar o morir. Todos los
rendidos se degollaban. Al final, ganó la Argentina.
El autor de esta victoria fue Julio Roca, un
tucumano.
¿De dónde saco yo todas estas cosas? Bueno, de lo
poco que me enseñaron en la escuela, otro poco que me enseñaron mis padres y,
también, algo de lo que escucho por ahí.
En resumen: la república moderna se basa en que
cada hombre es libre, cada persona es dueña del producto de su trabajo, y cada
ciudadano hace lo que le plazca dentro de un respeto a la ley. Además, como
enseñan en todas las escuelas, hay tres poderes separados que se controlan
entre sí: el Ejecutivo gobierna, el Legislativo hace las leyes y el Judicial
las aplica. El Ejecutivo vienen a ser el presidente, los gobernadores, los
intendentes, en fin: los que llevan el timón. El Legislativo abarca a las
cámaras (senadores y diputados, concejales y legisladores) que se ocupan de
redactar y aprobar las leyes y reglamentos. El Judicial está integrado por los
jueces, los fiscales, los camaristas y los miembros de la Corte, que deciden
cómo y cuándo se aplica cada ley. De esta manera, cada uno de los tres poderes
equilibra a los otros dos. Nadie maneja a nadie. No hay apretadas.
En la democracia republicana, todos obedecen a la
ley.
En la monarquía constitucional (como Inglaterra,
España y lo que Belgrano y San Martín querían instalar en la Argentina) el rey
hace muy poquito, porque la Cámara de Senadores y Diputados establece casi
todo. Por si acaso, suelen tener un presidente elegido por el pueblo, o primer
ministro. El Rey es un señor que representa a una familia tradicional de la Nación,
y punto.
Un detalle característico del antiguo rey
"absoluto": elige a su sucesor. Por lo general, es el hijo, o la
viuda, o el hermano menor, o alguien que le cae bien. Eso es la Monarquía
Total. Según el artista catalán Salvador Dalí, resuelve "el único problema
importante de la política, es decir: la sucesión". Si vamos a la realidad
de las cosas, que me perdone Dalí: no resuelve el problema, sino que lo estira.
Después de López viene Lopecito, y después Lopecito Chico. A mí no me parece justo,
como no me parece democrático el sistema de Hugo Chávez (lo reeligen siempre) o
de Fidel Castro, que gobernó 50 años y nombró sucesor a su hermano. Algo
parecido ocurrió en Corea del Norte, donde el padre fue sucedido por el hijo.
Para mí, que me perdone el Autor y que me perdonen
los argentinos, que querían reelegir a Menem y ahora a Cristina, la reelección
de gobernadores o presidentes es antidemocrática. Después del capo debe venir
otro capo bien distinto, a revisar lo que hizo y cómo lo hizo. Si no, el grupito
del gobierno acomoda las cosas para que todos queden absueltos de culpa y
cargo. No sé si me entienden.
Como yo lo veo, no debe haber reelección para
nadie. ¡Seis años y chau! Volvés a tu casa. Seas presidente, senador, diputado,
concejal, intendente o gobernador. O miembro de la subcomisión de fiestas de
Sacachispas. Se acabó. Tiene que venir otra gente, otra parentela, otra patota.
Tengo la impresión de que, hoy día, están queriendo
volver los reyes. ¿Para eso tanta revolución, tanta guillotina, tantos derechos
humanos? Dijo el revolucionario brasileño José Bonifacio de Andrada: "El
populacho ensoberbecido es más tirano que el rey absoluto". Algo parecido
pensaba San Martín, a quien ha homenajeado la Masonería Argentina: "Nada
hay más grave que la turba integrada por personas que no tienen nada, decididas
a quitarles todo a los dueños...". Parece ser que San Martín entró a esa
institución en 1808, invitado por su jefe, su ídolo, el Marqués de Solano, que
murió linchado en Cádiz en ese mismo año ¡Por afrancesado! O sea, simpatizante
de la Libertad, la Igualdad y la Propiedad Privada.
En fin: yo no sé lo que es la masonería. Soy
católico, aunque no fanático. ¡Qué se yo!
No sé nada. Y no intento saber. Que me perdonen el
Autor y otros amigos, a quienes no quiero molestar. Para mí, toda reelección es
un cáncer de la democracia. Con la manija que tiene cualquier presidente, le
sobra paño para acomodar las cosas de modo que el poder nunca cambie de manos,
Y eso es justo lo que hay que evitar. Lo bueno es que cada seis años cambien
todos, pero todos- todos, y que aparezca gente nueva, sangre joven, con ganas
de revisar lo hecho y seguir creciendo, por el camino que les parezca mejor.
Perdón y gracias por todo - Por Rolando Hanglin
- 27.08.2012
¡Gracias a mi amigo Sergio (Pupu) que me la mandó y me hizo reflexionar sobre la realidad nacional. La claridad en idioma "para todos" del autor te hace ver la falta de respeto de los políticos por las leyes que otros políticos crearon en su momento, y solo para su propio beneficio.
ResponderEliminarEn esta oportunidad no coincido, como en otras jaja...en primer lugar no comparto la interpretaciòn que hace Hanglin de la historia sobre el aniquilamiento de las comunidades aborigenes, quien describe como guerra, donde de un lado exterminaban con plomo contra arco y flecha que como defensa tenìan del otro.-
ResponderEliminarPor otra parte..el DERECHO, no es una ciencia exacta y como social que es, debe NECESARIAMENTE ir adecuandose constantemente y ello no es contrario al ordenamiento jurìdico y democràtico...son las reglas practicas de este sistema representativo, republicano, federal de gobierno y la funciòn de los legisladores, etc, ir adecuandolas a tal realidad...te imaginas si ello no se hubiese ayornado...pobre nosotras las mujeres..ni votar podriamos...jajaja. cuantas realidades hay!!! Besos ESTELABOLLENARG
¡Hola Estela, gusto tenerte de vuelta por estos lares!
ResponderEliminarEntre vos y yo, podemos llamarle exterminio, pero en un medio de comunicación queda un poco fuerte, y si a eso le agregas que no es el tema central de la nota, llamemoslé "guerra". No te olvides que mirándolo desde donde estamos ahora las cosas cambian, la realidad es que los aborígenes estaban en pie de guerra con lo que tenían. Si llegaban a tener bazookas seguro que les tiraban con ellas...
Y por supuesto que cada día debe adecuarse el derecho al día a día...lástima que la justicia va muuuuucho más despacio que la realidad.