lunes, 28 de abril de 2014

Lo más importante, sentirse bien

Siempre aparece la imagen de la muerte. Por ejemplo te preguntas "que haría si hoy fuera mi último día en este mundo". Las cosas no suceden por casualidad, siempre lo digo, son causalidades. Causalmente hablamos con un buen amigo de una película con un situación muy emocionante en la que “la perdida” es la protagonista. No pasó ni un día y veo una peli en la que la protagonista es la muerte y todo lo que conlleva alrededor del que se va. Para completar la causalidad, buscando entre mis notas para “Las Búsquedas de Dany” me encuentro con esta magnífica reflexión que les comparto más abajo y que de alguna manera refleja lo que rápidamente se me ocurre hacer si hoy fuera mi último día, disfrutar a pleno con alegría y gratitud.
¡A disfrutar de la vida mis querid@s!

Lo más importante, sentirse bien
Pensaba cuál es el mensaje más valioso que tengo para compartir, qué dejaría aquí escrito si, por ejemplo, supiera de antemano que es el último artículo que voy a publicar.
¿Y por qué no compartir entonces esa idea ahora mismo?
Bueno, aquí va…
¿Por qué normalmente no podemos experimentar completa felicidad en cualquier situación cotidiana? La foto parece sugerir que sí podíamos…

La verdadera felicidad que tanto anhelamos está disponible para nosotros ahora mismo, no es necesario que alcancemos antes ninguna meta ni que se produzca primero ningún cambio en nuestras vidas. El logro de cualquier meta sólo nos provocará un bienestar pasajero, aunque nuestro “sentido común” nos asegure normalmente otra cosa: que la felicidad depende del cumplimiento de nuestros deseos.
Siempre que no nos sentimos plenamente felices estamos esperando que alguna situación se resuelva “favorablemente”, que algo cambie, que se solucione cierto problema, que se cumpla alguno de nuestros deseos. Pero a largo plazo, aun cuando alcancemos algunas de estas metas, el cuadro general parece ser siempre el mismo y la felicidad permanece como un estado ideal e inalcanzable.
No hay nada de malo en tratar de cumplir nuestros deseos… ¡al contrario! Los deseos son esenciales para darle sentido a nuestras vidas, nos señalan el camino que queremos recorrer. Pero si sentimos que sólo cuando se cumplan podremos ser felices entonces pasan a convertirse en “apegos”, y se transforman precisamente en los obstáculos que nos impiden alcanzar la felicidad.
Y, paradójicamente, tal como predice la Ley de Atracción, sentirnos bien ahora y experimentar ya la plenitud y la alegría que anhelamos, es la clave para hacer realidad nuestros deseos.

Los chinos lo dicen de una manera hermosa: “Cuando el ojo no está obstruido, el resultado es la visión; cuando el oído no está obstruido, el resultado es la audición…” Y yo agrego: “Cuando la mente no está obstruida, el resultado es la verdad; y cuando el corazón no está obstruido, el resultado es la dicha…”
Anthony de Mello


Desde ya que estos razonamientos no parecen aplicables mientras atravesamos una crisis profunda, una enfermedad o una pérdida irreparable. Pero normalmente estas situaciones graves, más pronto o más tarde, derivan en un nuevo escenario de equilibrio donde podemos volver a disfrutar de nuestro presente.

Nuestras metas no parecen tantas ni tan difíciles, lo que las convierte en imposibles de cumplir es que al alcanzar alguna inmediatamente se nos ocurren otras nuevas. Pretender ser felices cumpliendo primero una serie interminable de deseos es equivalente a lo que hace el protagonista de este video para enviar una simple tarjeta postal.

http://vimeo.com/40539993 Cortometraje “Melvin the Mini Machine”.

 Una siesta, un helado o un abrazo encierran el potencial de una experiencia plena, a la que no le falta nada. Y podemos vivir así cada momento, construyendo de manera consciente una vida feliz. Por el contrario, muchas veces marchamos mecánicamente tras los espejismos que el ego pone frente a nosotros. Se trata de nuestras propias metas, pero el engaño consiste en hacernos creer que sólo si las alcanzamos podremos ser felices. Y si aceptamos dar los primeros pasos en esa dirección, tratando de alcanzar esa “zanahoria” con que el ego nos tienta, podemos pasarnos la vida entera buscando así la felicidad, pero sin llegar a alcanzarla.
Si estuviera llegando tarde al trabajo, por ejemplo, es probable que la preocupación por esos pocos minutos de retraso desplace a cualquier pensamiento positivo. La preocupación por un asunto de poca importancia normalmente pesa más que el milagro de estar vivos y que todas las bendiciones que recibimos diariamente. Y a lo largo del día la situación suele repetirse con otras preocupaciones, relacionadas tal vez con conflictos irrelevantes, tareas pendientes y otros problemas menores. Nunca parecen llegar los largos períodos de paz y de serenidad que nos merecemos, en los que podamos disfrutar de todo lo que ya está resuelto en nuestras vidas, de todo aquello que gracias a Dios sí tenemos.
Muchas veces la causa de cualquier malestar depende más de nuestros propios pensamientos que de las circunstancias que nos toca vivir. Y somos nosotros, de manera consciente o inconsciente, quienes decidimos en qué pensar. Nuestra realidad personal es, entonces, nuestra propia invención.


Los artículos de este blog tratan generalmente acerca de la autoestima, de la Ley de Atracción, de la importancia de vivir de manera consciente el “aquí y ahora”… Pero siento que la idea más importante, a la que le dedicaría el último artículo si supiera de antemano que ya no voy a poder seguir publicando aquí, es esta: Salvo en situaciones extremas podemos experimentar cada momento con alegría y gratitud, podemos decretar que ya estamos bien y simplemente disfrutar, no hay condiciones previas ni metas a cumplir para alcanzar la felicidad. Además, así creamos las condiciones para atraer todo lo que deseamos… las cosas, situaciones y relaciones que nos gustaría incorporar a nuestras vidas. Tal vez esta idea no sea fácil de aplicar, quizás al principio sólo podamos recordarla unas pocas veces al día… ¡Pero bien vale la pena perseverar!

Axel Piskulic - www.amarseaunomismo.com

domingo, 20 de abril de 2014

La pena de muerte

La pena de muerte

Esta semana de relax en la playa, pude empezar a leer un libro sobre historias vividas en primera persona por Dominique Lapierre un conocido periodista francés. 

La primer historia habla sobre la pena de muerte, contando la historia de Caryl Chessman, quien estuvo 12 años apelando para escapar de la pena de muerte. Luego de terminar esta historia me quedé pensando sobre la pena de muerte en sí.¿Es verdad que tiene un efecto disuasivo en la gente? ¿Realmente la gente deja de hacer el mal porque existe la pena de muerte? ¿Es castigo merecido?... Y más preguntas que se me cruzaron y que me llevaron a investigar un poco sobre este tema tan problemático.

Los motivos pueden ser muy variados en función del estado en donde se ejecute la pena de muerte, pero algunos especialmente curiosos son:

  • ·         robo de bancos (Arabia Saudí);
  • ·         secuestro (Guatemala);
  • ·         tráfico de personas (China);
  • ·         fraude fiscal grave (China);
  • ·         robo con resultado de muerte (Estados Unidos);
  • ·         violación (China, Arabia Saudita);
  • ·         utilización ilegal de armas de fuego (Singapur);
  • ·         ataques terroristas a instalaciones petroleras (India);
  • ·         tráfico de drogas, posesión de drogas en cierta cantidad (Indonesia, Arabia Saudí, Malasia, Singapur, Tailandia, Taiwán);
  • ·         fabricación y venta ilegales de alcohol (India);
  • ·         corrupción de funcionarios (China, Irak hasta la caída de Sadam Hussein);
  • ·         proxenetismo (Arabia Saudí);
  • ·         robar automóviles (Sudán);

Aquí les adjunto un par de párrafos, solo un par, porque hay ríos de tinta sobre este tema y no acabo de leer ni siquiera los más interesantes. Aquí les dejo los que están en contra. La próxima entrega investigaré los que están a favor.

¡Sean buenos y disfruten de la semana!”

“La pena de muerte es considerada como el triunfo de la venganza sobre la justicia y viola el primer derecho de todo ser humano: el derecho a la vida, la pena capital nunca ha disuadido el crimen y constituye un acto de tortura y el último trato cruel, inhumano y degradante. Una sociedad que acude a la pena de muerte anima simbólicamente a la violencia”.

Declaración del Primer Congreso Mundial contra la Pena de Muerte, realizado en Estrasburgo, Francia, en junio del 2001.

"La tendencia global camina hacia el abolicionismo de la pena de muerte, según Amnistía Internacional, pero los datos de 2013 no van en esa dirección: las ejecuciones en Irán (al menos 369, un 18% más que en 2012) y en Irak (169, un 30% más) han hecho que el número de ejecuciones oficiales en el mundo ascendieran en 2013 a 778, casi un centenar más que las 682 registradas en 2012. En estas cifras no se incluyen ni las miles de ejecuciones que Amnistía cree que se producen cada año en China y de las que este país no informa ni las ejecuciones en número indeterminado que se cree que han ocurrido en Siria y en Egipto tanto en 2012 como en 2013 pero que no han podido ser confirmadas. Tampoco se incluyen las ejecuciones en Corea del Norte, cuya cifra también se desconoce."

"Los 22 países que llevaron a cabo ejecuciones en 2013 utilizaron la decapitación, la electrocución, el fusilamiento, la horca y la inyección letal. Hubo ejecuciones públicas en Arabia Saudí, Corea del Norte, Irán y Somalia. Y se impuso la pena de muerte por delitos no mortales como el robo, delitos económicos o relacionados con drogas “y otros que no deberían ser en absoluto delito, como el adulterio y la blasfemia”, destaca Amnistía en su informe. “Muchos países utilizan la imprecisa denominación de ‘delitos políticos’ parea condenar a muerte a disidentes o presuntos disidentes”, advierte también."

"En 2013 se condenó a muerte al menos a 1.925 personas en 57 países, frente a las 1.722 condenas en 58 países que hubo en 2012. A final de año había en el mundo al menos 23.392 personas condenadas a muerte."

Algunos titulares para sorprenderse:

Thomas Knight, de 62 años, recibió este martes la inyección letal, luego de haber sido condenado a la pena máxima en 1975

Japón repetirá el juicio a un reo condenado a muerte hace 46 años

"La posibilidad de inocencia es clara", afirma el juez que revisó el caso de Hakamada, acusado de matar a cuatro personas

Liberado en EE UU un reo que pasó 30 años en el corredor de la muerte

El afroamericano Glenn Ford fue condenado a morir electrocutado en 1984, por el robo y asesinato de un joyero

Amnistía Internacional denuncia 40 ejecuciones en Irán solo en 2014

Irán es el país del mundo que más aplica la pena capital. La semana pasada el régimen ejecutó a 33 personas

Sentenciados a muerte 529 seguidores de los Hermanos Musulmanes en Egipto

Un tribunal egipcio dictó este lunes la condena a muerte más masiva de la historia moderna del país árabe. Un total de 529 personas fueron sentenciadas a la pena capital por el asalto a una comisaría, a mediados del pasado agosto, en el que murió un coronel de policía.

Los cinco países del mundo donde todavía tienen pena de muerte para menores  

Irán, Arabia Saudita, Sudán, Pakistán y Yemen, son responsables de la mayoría de las ejecuciones de menores.

Más de 1,300 reos fueron ejecutados en EU tras reimplantar la pena capital

La Suprema Corte autorizó la condena a muerte en 1976 tras un caso con el que concluyó que el castigo es constitucional en caso de asesinato

Daniel Gómez Debenedetti

lunes, 7 de abril de 2014

El coleccionista de sonrisas

Pongamos una sonrisa en nuestra cara más a menudo, nos alegra el alma, es contagiosa instantáneamente; y sino mira a tu alrededor sonriendo, verás que enseguida prende en algún rostro cercano. Besos y a disfrutar de una excelente semana
Dany

El coleccionista de sonrisas

El 26 de agosto de 1990, en la segunda página del ‘The New York Times’, se publicó la fotografía de un atentado producido durante la invasión de Irak a Kuwait. A pocos metros de los cadáveres de un par de civiles, una niña miraba lo que parecía ser una muñeca, mientras que el artículo correspondiente mencionaba a 18 kuwaitíes exiliados, que recordaban a sus más de 500 compatriotas muertos. Y si bien existía una relación entre el texto y la imagen, el rostro de la niña hablaba de otra historia, que no tenía nada que ver con los personajes retratados. Era como si ella hubiese acabado de sonreír hacía un segundo.

Albert O’remor no era corresponsal de guerra, pero a su representante le fue sencillo contactar con el ‘Times’ y venderle los derechos de la fotografía, porque O’remor gozaba de cierto prestigio en el ámbito artístico neoyorquino. Aunque prestigio no es el término más adecuado para definir su posición en ese gremio. Prácticamente no se hablaba de la calidad de su trabajo, sino del tema recurrente que siempre abordó en sus obras, derivando las conversaciones hacia los posibles orígenes de su obsesión, donde las opiniones eran encontradas e iban de lo dramático a lo sublime, pasando incluso por la burla. En lo que sí estaban todos de acuerdo era en que su ‘enfermedad’ era degenerativa. Si no fuese así, por qué otra razón viajó a Kuwait a retratar a esa niña, por qué necesitaba situaciones cada vez más dolorosas para capturar una sonrisa.

Albert O’remor, de madre danesa y padre irlandés, nació en Baltimore, Estados Unidos, en 1958. Ya a sus cuatro años, Albert comenzó a manifestar una especial atracción por las sonrisas ajenas y, con el tiempo, pasó a convertirse en una profunda fascinación, despertando un incontrolable deseo por coleccionarlas. En su octavo cumpleaños, le obsequiaron una ‘Instamatic 133 de Kodak’. Como era de suponer, al comienzo, cualquier sonrisa le valía, mas ese comienzo fue muy breve, porque el mismo día en el que le regalaron la cámara, agotó el carrete con los rostros de los invitados que posaron para él y no pudo ver las imágenes hasta tres semanas después, cuando consiguió ahorrar lo suficiente para revelar los negativos.

Tras esa primera experiencia, se dedicó a sorprender a sus familiares con la intención de obtener sonrisas espontáneas. Los flashes provenían de debajo de una cama, del asiento posterior del coche, de entre las ramas, del armario y de cuanto lugar le sirviese para su cometido. Una vez completado su décimo álbum, volvió a cuestionarse, optando por  incluir a desconocidos. Así lo hizo durante más de una década.

A pesar de aparentar ser un dato irrelevante, antes de proseguir, me gustaría destacar una de las series que formó parte de este período, compuesta por las sonrisas de una hippie que mostraban las distintas variaciones de la expresión con respecto al tipo de droga que ella había consumido. Esta serie —no en ese momento, pero sí cuando reflexionó al respecto— ocasionó que O’remor hiciese una pausa prolongada. Los siguientes dos años no tomó ninguna fotografía, los empleó en clasificar las 16,478 que ya tenía. Fue consciente de que una sonrisa al despertar tenía distintos matices que una al acostarse, que la de su hermano menor era distinta cuando veía a su madre que cuando veía a su padre, que la de su abuelo variaba en el día y no con la edad, que una sonrisa no era más bella por el rostro sino por la sinceridad y que, sin excepción, todos teníamos la capacidad para mostrarla. En ese punto tuvo dos sensaciones. Su colección era bella; sin embargo, no era tan especial. Cualquiera podría tener una como la suya, simplemente era una cuestión de tiempo y dedicación. Se quedó en blanco tres años más.

En 1984, volvió a coger la cámara bajo la siguiente premisa: “Todos podemos sonreír, pero no todos somos iguales”. Se puso a fotografiar a personas famosas. Le duró una semana. Las revistas de un quiosco contenían más de las que él podría conseguir en toda su vida. Se sintió estúpido por haber planteado una premisa tan vulgar. Lanzó otra: “Todos podemos sonreír, pero a unos les cuesta más”. Con el ánimo renovado, retrató a mendigos, minusválidos, a payasos sin disfraz, soldados de guardia y a cuanto estereotipo se le cruzó por la mente. Se dio cuenta de que no era tanto un asunto de personas… y se atrevió a lanzar una tercera: “Todos podemos sonreír, pero hay momentos en que nos es casi imposible hacerlo, porque no nos nace o nos lo prohibimos”.

Albert pasaba las mañanas observando los entierros y, en las noches, hacía guardia en la sección de urgencias de los hospitales. Una que otra vez, para variar la rutina, se asomaba a los incendios y a otras desgracias ocasionales, conducta que fue muy criticada tanto por algunas instituciones sociales como por la mayoría de los artistas neoyorquinos. No obstante, O’ sostenía, de cara a sí mismo, que una sonrisa, en un momento de tragedia, evitaba que se destrozasen fibras emocionales profundas. Para valorar mejor su perspectiva, es necesario enfatizar que a él le deslumbraban las sonrisas y no las risas (ya sean con gracia o histéricas).

Unos meses antes de que Irak invadiera Kuwait, Albert O’remor se había instalado en Oriente Medio. Quería saber cómo eran las sonrisas de las personas que vivían en una tragedia constante. Sin duda, su fascinación lo colmó. Eso explica que el día en el que retrató a la niña del ‘Times’, cuando se produjo la explosión seguida de un tiroteo, en lugar de correr, le regaló la muñeca a la niña, para fotografiarla. En medio de esa sesión, una bala lo alcanzó. La pequeña dejó la muñeca y cogió la cámara.

Tras su muerte, se realizó la primera exposición sobre su trabajo. La galería Leo Castelli presentó la “Smile’s Collection”, incluyendo la foto que tomó la niña kuwaití, la única en la que aparecía Albert O’remor.

Rafael R. Valcárcel - http://www.nocuentos.com 

Gabriel José García Márquez

Gabriel José García Márquez   Aracataca ,   Magdalena ,   Colombia ;   6 de marzo   de   1927 Ciudad de México ,   México ;   17 de abril   ...