domingo, 26 de mayo de 2013

El tiempo no para...

El tiempo no para

No escuchamos hasta el final, no leemos hasta el final, no prestamos toda la atención, ¿Porqué?¿Estamos apurados?¿Se nos va el tren de la vida?¿Hay que ir tan rápido porque ya las 24 horas no alcanzan?

Al parecer esta sociedad en que vivimos nos va impulsando a hacer todo deprisa y corriendo.  Nos levantamos corriendo, desayunamos corriendo, si desayunamos, salimos al trabajo corriendo, vamos zigzagueando con el coche al trabajo para ganarle segundos al atasco. Ya en el trabajo todo tiene que ser deprisa, todo tiene que ser para ayer o para antes. Nos vamos a comer rápido porque rápido hay que volver al trabajo para seguir a las carreras hasta que termine el día, si es que el jefe o uno mismo nos deja.

Cuando al fin terminamos, la carrera del regreso, vuelta al zigzagueo, vuelta a la tensión y a casa, si al fin, casa. El lugar esperado, donde reposará el guerrero…¿Reposará? Noooo, que va, a seguir corriendo porque hay chicos que ir a buscar o llevar o dejar o traer, cena que preparar, compras que hacer, trabajo que preparar.

Y entre medio de toda esa carrera también queremos ser amantes esposos y esposas, abnegados padres y madres, buenos hijos e hijas, buenos hermanos y hermanas, buenos amigos y amigas, ser solidarios, pensar en el medio ambiente, crear nuestros ideales, defender nuestros ideales, informarnos , formar nuestras opiniones, cultivarnos, leer, ver, escuchar, tocar, disfrutar, amar.


Paro un momento esa carrera y hago como en las películas que nos ponen la cámara ultralenta, para que veamos en detalle lo espectacular que está pasando: Nos pasa la vida, tan rápido que ni la vemos, nos pasa de costado, sin rozarnos siquiera, como para no distraernos de la locura en la que vamos envueltos, como para no molestar. Y así vamos sin parar derecho vaya saber a dónde…o bueno, si sé a dónde, pero de eso hablamos en otro momento, hoy hablemos de la vida y de lo que nos estamos perdiendo, de lo que va pasando por el rabillo del ojo, y que, si prestamos atención, en una de esas estamos a tiempo de reorganizar la “carrera”, transformándola en un paseo, apreciando lo que pasa a nuestro alrededor, a la gente que queremos, lo que pasa en nosotros mismos, lo que buscamos, a donde vamos y si en realidad es ese el lugar elegido, es ese el ser humano que quiero ser.

Daniel Gómez Debenedetti

domingo, 19 de mayo de 2013

"No sabemos qué es la buena vida porque nada nos parece bastante"


"No sabemos qué es la buena vida porque nada nos parece bastante"

Iván Gil entrevista para el Confidencial a Robert y Edward Skidelsky

Lo necesario para disfrutar de una ‘buena vida’ consiste en aspirar, materialmente, a sólo aquello que de verdad necesitamos. Esta máxima universal, compartida por la mayoría de religiones y filosofías moralistas, está cada vez más alejada de los valores de las sociedades modernas y de la economía capitalista, pero si no se lleva a la práctica, la felicidad se convierte en una ilusión inalcanzable. Bajo estos preceptos morales, el economista Robert Skidelsky, biógrafo de John Keynes y miembro de la Cámara de los Lores británica, se ha propuesto sentar las bases teóricas de una nueva sociedad y, por ende de una nueva economía. Una cruzada compartida con su hijo Edward, profesor de filosofía en la Universidad de Exeter, y que sintetizan en el ensayo ¿Cuánto es suficiente? Qué se necesita para una ‘buena vida’ (Crítica).

El tándem entre Robert y Edward Skidelsky semeja la cuadratura del círculo ontológico, al conjugar sus perfiles económico y filosófico en una misma teoría y revestirla sin acritud adoctrinadora de los principios católicos. Sus tesis de enfoque neokeynesiano, que en Reino Unido han provocado todo tipo de reacciones menos la indiferencia, llegan a España de la mano de su último libro, y que ambos autores profundizan en una entrevista con El Confidencial. “La ética debe ser la base de la economía”, arranca Robert, con su característica rotundidad. “No hemos escrito el libro desde el punto de vista religioso, pero sí estamos muy influenciados e impresionados por la enseñanza moral del catolicismo y las encíclicas papales son el marco de referencia en el que nos movemos”.

Una ética económica
La humanización de la economía es para estos autores una obligación primordial y es el requisito imprescindible para comenzar a construir una sociedad más justa e igualitaria. “Cada vez nos alejamos más del ideal de la ‘buena vida’. Para ser felices necesitamos tener buena salud, mucho más tiempo de ocio, en el que hagas lo que realmente quieres y no lo que estás obligado a hacer, y recuperar las relaciones personales. Todo esto significa que no seamos consumistas ni pasivos”, explica Edward. Aunque a primera vista estos postulados parezcan fácilmente realizables haydos factores, principalmente, que generan serias resistencias: la pérdida de influencia de la religión por un lado, y el auge del capitalismo por otro.

“Todas estas crisis cíclicas tienen que ver con que nuestro único objetivo es el crecimiento”
“Existe una tendencia natural del ser humano a la insaciabilidad, pero el sistema económico capitalista impulsa todavía este carácter”, explica Robert. “Durante muchos siglos se resistió a esta tendencia desde el plano religioso y filosófico, insistiendo que no debemos mirar a los demás para saber qué queremos, sino mirarnos a nosotros mismos y a nuestras propias necesidades”, pero hoy en día prácticamente han desaparecido esos mecanismos de defensa, lamenta Edward. Sin embargo, lo más peligroso para los Skidelsky es que el consumismo se ha entroniza como fin en sí mismo y todas las dimensiones de la vida comienzan a girar en base a este.

Cambiar individualmente para evolucionar socialmente
“Tenemos que empezar con la publicidad. No digo que haya que abolirla por completo, pero el primer paso es reducirla. Ya sé que los medios de comunicación se financian con publicidad, pero es primordial buscar otro tipo de modelos para poder tener una televisión o un periódico sin depender tanto de ella”, explica acaloradamente el economista. En segundo lugar, continúa Robert, se deben establecer mecanismos de control a las actividades bancarias, principalmente, “para impedir que otorguen tantos préstamos a la ligera” para que la ciudadanía no caiga en la espiral consumista ni se endeude de por vida.

“La buena vida desapareció a medida que se fue reduciendo la influencia de la religión en nuestras sociedades”

Para Edward, que en ningún momento duda en matizar las palabras de su padre mostrando una clara complicidad entre ambos, “primero tenemos que cambiar individualmente nuestra mentalidad porque ni siquiera estamos acostumbrados a la buena vida y, luego, para hacer posible este fin, habrá que hacer reformas económicas. La buena vida desapareció a medida que se fue reduciendo la influencia de la religión en nuestras sociedades”, por lo que advierte de la deriva a la que estamos abocados sino se produce un cambio de mentalidad colectivo.
“Desde luego que la sociedad no debe obligarte a que adoptes las posturas del ‘buen vivir’ porque eso sería comunismo. El impulso moral debe venir de la conciencia de cada uno y, luego el Estado ya nos podrá guiar y ayudar a seguir esa dirección. Pero solo una vez que la ciudadanía haya decidido que este sistema no funciona”, indica Roberts reforzando las palabras de su hijo y pupilo.
Del decrecimiento al ‘buen vivir’

Este momento histórico, caracterizado por una profunda crisis económica, es un momento ideal para lanzar reflexionar sobre estos conceptos. “Este estilo de vida no funciona, por lo que tenemos que buscar alternativas. En todas las crisis surgen procesos digamos que de inspección, y hemos descubierto que este sistema produce crisis inevitablemente y se aleja del buen vivir”, indica Roberts. Estas son las consecuencias de la crisis, pero el economista también apunta a sus causas: “Todas estas crisis cíclicas tienen que ver con que nuestro único objetivo es el crecimiento”.

 “Existe una tendencia natural a la insaciabilidad, pero el capitalismo impulsa todavía más este carácter”

Los planteamientos teóricos propuestos por estos autores guardan cierta relación con la teoría económica del decrecimiento surgida a raíz de la obra The Entropy law and the Economic Process (1971) de Nicholas Georgescu-Roegen y profundizadas por Serge Latouche. Sin embargo, preguntados por estas similitudes, Edward sienta en las bases éticas de la ‘buena vida’ las principales diferencias con el decrecimiento, de las que carecería según el filósofo. Aunque en el ensayo se presentan una serie de herramientas para el ‘buen vivir’ que comparte con el decrecimiento como: la reducción y distribución de la jornada laboral, la renta básica universal o, por supuesto, la máxima de “vivir mejor con menos”. “Nosotros no nos postulamos a favor o en contra del crecimiento, no se trata de eso, sino de proponer los medios para lograr una buena vida”, sentencia Skidelsky padre.

La defensa de la economía y el mercado local es otro de los rasgos compartidos con el decrecimiento. “Uno de los elementos de la buena vida es el contacto con la naturaleza, para lo que se necesita una sociedad equilibrada desde el plano industrial y rural”. Para llegar a este equilibro, continúa Roberts, “hay que empezar por abolir los acuerdos de libre comercio, y potenciar las medidas de apoyo a los mercados locales, defender para que la gente compre más en ellos y no tanto en las grandes superficies”. El economista también abraza fenómenos como el neorruralismo o el cooperativismo, pero advierte que, en tiempos de crisis como la actual estas experiencias “son medidas de emergencia, pero solo serán realmente útiles si se producen naturalmente como resultado de una decisión más generalizada”

lunes, 13 de mayo de 2013

"Trabajamos más horas que un esclavo romano"


Antonio Fornés, filósofo, entrevistado por Ima Sanchís

"Trabajamos más horas que un esclavo romano"

¿Sumergidos en el gris?
Así vivimos. La sociedad actual nos convierte en engranajes, máquinas productivas que anhelan continuamente hacer algo, incluso en su tiempo libre.
 Lo llamamos aprovechar el tiempo.
Hacer y hacer, lo único que provoca es que el tiempo pase a una velocidad tremenda y que no saboreemos la auténtica densidad de la vida. Ya lo decía Pascal: el mayor problema del hombre es la incapacidad de estar solo consigo mismo.
Un viejo problema.
Mientras seamos máquinas de producir, somos perfectamente sustituibles tanto en el trabajo como en la familia.
Qué duro suena eso.
Sólo cuando reflexionamos ejercemos de seres humanos, y la reflexión es algo personal y necesario para el equilibrio. La sociedad actual nos despieza, nos da remedios para el dolor, para las vacaciones, para ser guapos, contra el aburrimiento...Todo parece estar al alcance, y tenemos la esperanza de que las cosas externas van a resolver nuestros problemas, pero las respuestas no están fuera, sino dentro de nosotros.
Bucear en las miserias da pereza.
A través de Iván Karamázov, Dostoyevski cuenta que Jesús vuelve a la tierra y Torquemada, el gran inquisidor, lo encierra y le dice: tú te crees que los hombres quieren ser libres y buenos, pero es mentira...
Un monstruo ilustrado.
... Lo primero que busca todo hombre es alguien que le esclavice, que le diga lo que tiene que hacer. Quiere milagros, pero no quiere ejercer la libertad, prefiere ser un niño.
Es más cómodo.
Llegar agotados a casa nos sirve de excusa para no tomar nuestras propias decisiones y no escucharnos a nosotros mismos. Ese continuo dejarnos llevar es infantil. Hay que entrar en la edad adulta.
"Levantarse, tranvía, oficina, tranvía, comida, tranvía, oficina, tranvía, cena".
Sí, eso dice Albert Camus en el mito de Sísifo. Pero un día surge el "por qué".
Porque tengo que pagar el alquiler...
Hay que cambiar el acento, volver a dar a las cosas su valor. Estamos sobrevalorando la propiedad y el trabajo, y más en tiempos de crisis. ¿Cuántas personas conoces que viven esclavizadas a una hipoteca por tener un piso 30 m2 más grande, un coche nuevo o unas vacaciones? ¿No es absurdo?
Es el miedo lo que nos esclaviza.
Actualmente trabajamos más horas que un esclavo romano, pero creemos
que vivimos en una sociedad superlibre.
Algo de razón tiene.
Damos demasiado peso a cosas superficiales; podríamos vivir con muchísimo menos, ese dejarnos llevar pesa demasiado. En los ambulatorios hay folletos para recordarnos que en verano hace mucho calor, que vayamos por la sombra y bebamos agua.
Absurdo, sí.
Hay que parar e incluso retroceder, porque el avance continuado es una especie de locura que nos lleva al vacío y la angustia. Hay una anécdota de Henry Ford que demuestra lo manejables que somos. En plena crisis del 29 decidió subir el sueldo a todos sus empleados. Sus asesores lo tomaron por loco, y él les dijo: ¿Qué creéis que harán todos en cuanto les subamos el salario?
Comprarse un coche.
Efectivamente. La angustia está cuando nos volcamos fuera y nos olvidamos de nosotros. Lo hemos frivolizado todo en un esfuerzo por estar entretenidos como niños.
Ahora estamos atrapados: trabajamos más por menos.
El sistema no va a cambiar. Platón decía que el mejor sistema político es aquel que tiene a los mejores ciudadanos. Debemos cambiar nosotros, recuperarnos como seres humanos y vencer el miedo.

Tenemos muchos. ¿A cuál de ellos?
Estamos dispuestos a trabajar más por menos dinero por miedo a perder el puesto de trabajo, es lo que decía Dostoyevski: preferimos ser esclavos y no pensar y no temer, pero eso nos deshumaniza.
Entiendo.
Los subidones que nos provoca el consumo nos acaban convirtiendo en drogadictos. No vale la pena trabajar un minuto más por tener un coche mejor. La sofisticación y el placer están en cosas mucho más importantes y fáciles que nos mejoran como personas; desde una buena conversación hasta implicarnos, no con el mundo, sino con nuestro hermano y nuestro vecino.
Cuando no tienes nada que perder es fácil rebelarte.
¿Qué es más importante que vivir? Lo estamos perdiendo todo cada día, deberíamos arriesgar porque tenemos mucho que ganar: vivir la vida en plenitud, estar orgullosos de haber vivido. ¿Qué nos quedará al final del camino tras haber sido tan buenos trabajadores?...
Igual la empresa te regala un reloj.
No tiene sentido, no podemos apostar nuestra vida en el trabajo, la casa y las obligaciones, eso es nada. Al final sólo nos quedará el haber vivido en la máxima de las dignidades, que es la de ejercer de ser humano.

¿Y qué es aprovechar la vida?
Masticarla. Hoy creemos que estudiar ha de servirnos para algo, ha de ser una herramienta, y no es así; el conocimiento nos enriquece como personas, nos eleva, para eso sirve. Debemos vivir por vivir como el niño juega por jugar. Lo demás es puro engaño.

domingo, 5 de mayo de 2013

NO ERES TU, SOY YO


NO ERES TU, SOY YO – por el Dr. VÍCTOR FRANKL

Neurólogo, psiquiatra y fundador de la disciplina que conocemos hoy como LOGOTERAPIA
¿Quién te hace sufrir? ¿Quién te rompe el corazón? ¿Quién te lastima? ¿Quién te roba la felicidad o te quita la tranquilidad? ¿Quién controla tu vida?...
¿Tus padres? ¿Tu pareja? ¿Un antiguo amor? ¿Tu suegra? ¿Tu jefe?...

Podrías armar toda una lista de sospechosos o culpables. Probablemente sea lo más fácil. De hecho sólo es cuestión de pensar un poco e ir nombrando a todas aquellas personas que no te han dado lo que te mereces, te han tratado mal o simplemente se han ido de tu vida, dejándote un profundo dolor que hasta el día de hoy no entiendes.

Pero ¿sabes? No necesitas buscar nombres. La respuesta es más sencilla de lo que parece, y es que nadie te hace sufrir, te rompe el corazón, te daña o te quita la paz. Nadie tiene la capacidad al menos que tú le permitas, le abras la puerta y le entregues el control de tu vida.
Llegar a pensar con ese nivel de conciencia puede ser un gran reto, pero no es tan complicado como parece. Se vuelve mucho más sencillo cuando comprendemos que lo que está en juego es nuestra propia felicidad. Y definitivamente el peor lugar para colocarla es en la mente del otro, en sus pensamientos, comentarios o decisiones.

Cada día estoy más convencido de que el hombre sufre no por lo que le pasa, sino por lo que interpreta. Muchas veces sufrimos por tratar de darle respuesta a preguntas que taladran nuestra mente como: ¿Por qué no me llamó? ¿No piensa buscarme? ¿Por qué no me dijo lo que yo quería escuchar? ¿Por qué hizo lo que más me molesta? ¿Por qué se me quedó viendome feo? y muchas otras que por razones de espacio voy a omitir.

No se sufre por la acción de la otra persona, sino por lo que sentimos, pensamos e interpretamos de lo que hizo, por consecuencia directa de haberle dado el control a alguien ajeno a nosotros.
Si lo quisieras ver de forma más gráfica, es como si nos estuviéramos haciendo vudú voluntariamente, clavándonos las agujas cada vez que un tercero hace o deja de hacer algo que nos incomoda. Lo más curioso e injusto del asunto es que la gran mayoría de las personas que nos "lastimaron", siguen sus vidas como si nada hubiera pasado; algunas inclusive ni se llegan a enterar de todo el teatro que estás viviendo en tu mente.

Un claro ejemplo de la enorme dependencia que podemos llegar a tener con otra persona es cuando hace algunos años alguien me dijo: "Necesito que Pedro me diga que me quiere aunque yo sepa que es mentira. Sólo quiero escucharlo de su boca y que me visite de vez en cuando aunque yo sé que tiene otra familia; te lo prometo que ya con eso puedo ser feliz y me conformo, pero si no lo hace... siento que me muero".

¡Wow! Yo me quedé helado ¿Realmente esa será la auténtica felicidad? ¿No será un martirio constante que alguien se la pase decidiendo nuestro estado de ánimo y bienestar? Querer obligar a otra persona a sentir lo que no siente... ¿no será un calvario voluntario para nosotros?
No podemos pasarnos la vida cediendo el poder a alguien más, porque terminamos dependiendo de elecciones de otros, convertidos en marionetas de sus pensamientos y acciones.

Las frases que normalmente se dicen los enamorados como: "Mi amor, me haces tan feliz", "Sin ti me muero", "No puedo pasar la vida sin ti", son completamente irreales y falsas. No porque esté en contra del amor, al contrario, me considero una persona bastante apasionada y romántica, sino porque realmente ninguna otra persona (hasta donde yo tengo entendido) tiene la capacidad de entrar en tu mente, modificar tus procesos bioquímicos y hacerte feliz o hacer que tu corazón deje de latir.

Definitivamente nadie puede decidir por nosotros. Nadie puede obligarnos a sentir o a hacer algo que no queremos, tenemos que vivir en libertad. No podemos estar donde no nos necesiten ni donde no quieran nuestra compañía. No podemos entregar el control de nuestra existencia, para que otros escriban nuestra historia. Tal vez tampoco podamos controlar lo que pasa, pero sí decidir cómo reaccionar e interpretar aquello que nos sucede.

La siguiente vez que pienses que alguien te lastima, te hace sufrir o controla tu vida, recuerda: No es él, no es ella...ERES TÚ quien lo permite y está en tus manos volver a recuperar el control.
"AL HOMBRE SE LE PUEDE ARREBATAR TODO, SALVO UNA COSA: LA ULTIMA DE LAS LIBERTADES HUMANAS, la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino para decidir su propio camino".

Gabriel José García Márquez

Gabriel José García Márquez   Aracataca ,   Magdalena ,   Colombia ;   6 de marzo   de   1927 Ciudad de México ,   México ;   17 de abril   ...