Hola gente linda,
Siguiendo en la línea de reflexiones anteriores, aquí profundizamos un poco más en que es vivir bien y como debería cambiar el paradigma actual para empezar a disfrutar de esa buena vida. Espero que les haga pensar, como a mi.
Que la vida les sonría
¿La buena vida? "Tenemos los bienes
suficientes, pero nos hemos olvidado de lo que es"
Las sociedades industrializadas han progresado
tanto que la mayoría de sus ciudadanos se dedican fundamentalmente al ocio. Las
artes, el deporte, los viajes o la literatura ocupan la mayor parte de la única
preocupación humana: una buena vida en la que sólo es necesario trabajar cuatro
horas al día.
Tan solo esbozar ese contexto puede parecer una
grosería. Un insulto a los parados. Un delirio de rico insensible a la crisis.
Así recibió esta profecía el mundo de 1930, año en que fue publicada por el
economista John Maynard Keynes, en pleno estallido de la Gran Depresión
con la que a menudo se comparan los tiempos actuales.
Las posibilidades económicas de nuestros nietos, el
título del ensayo, es el punto de partida de Robert Skidelsky, quizás el más
reputado biógrafo de Keynes, y su hijo Edward, profesor de filosofía, que se
han plantado en Madrid para promover la "buena vida" al alcance de
casi cualquiera.
"Por supuesto, tardará unos años" hasta
superar la recesión actual, reconoce el padre, que además es barón y lord
británico. Según él, hubiese sonado perfectamente posible intentarlo hace cinco
años y volverá a serlo en cuanto se salga de esta crisis estimulando el
crecimiento a través del gasto público, otra idea de Keynes que la Unión
Europea se ha encargado de proscribir en varios tratados de austeridad que
"son una locura".
¿Cuánto es suficiente? (Crítica, 21 €) es una reflexión que señala la perversión
del sistema económico actual y el alejamiento de la sociedad de los límites y
principios que de forma dispar, desde la Grecia clásica hasta el cristianismo o
el marxismo, y también en otras partes del mundo, han permitido perfilar en
cada época las características de una "buena vida". Comienza con una
cita de Epicuro. "Nada es suficiente para quien lo suficiente es
poco". Se trata, según los autores, de la descripción perfecta de las
sociedades avanzadas en la actualidad, en las que necesidad y deseo se han
confundido hasta hacer al hombre insaciable.
No siempre fue así. El capitalismo sacó a millones
de personas de la pobreza y el avance de la tecnología hacía pensar a Keynes
que llegaría un punto en el que con pocas horas de trabajo se conseguirían los
bienes materiales necesarios para tener una "buena vida", esa que él
quería para sus nietos 2030. En algún momento, pensó el economista, el
capitalismo acabaría por cumplir su función.
-¿Qué hubiese dicho Keynes hoy?
Robert
Skidelsky.-
Que la situación es
terrible, pero que debemos intentar desembarazarnos de las circunstancias
actuales y mirar más al largo plazo. Hemos llegado al punto de sus nietos.
¿Vivimos mejor? Creemos que no y queremos saber por qué, en qué estaba
equivocado. Sobre el avance tecnológico y el crecimiento estaba en lo cierto,
pero no en el uso que haríamos de él. Estamos más lejos de cualquier vision
ética que la gente de su época. Hemos multiplicado nuestros bienes materiales,
pero trabajamos solo un poco menos que entonces como media.
Edward
Skidelsky.-Tenemos los bienes materiales
suficientes para llevar una buena vida, pero nos hemos olvidado de lo que es.
TODO SE TORCIÓ EN LOS 80
De media, los ciudadanos de los países ricos viven
cuatro o cinco veces mejor que en 1930, pero sus horas de trabajo sólo se han
reducido un quinto. Y el límite de sus deseos ha desaparecido. Según el libro,
el gran progreso en las condiciones de vida que siguió a la II Guerra Mundial
se torció en los años 80, cuando Ronald Reagan y Margaret Thatcher pusieron el
crecimiento de la economía (un indicador que no tiene en cuenta otras
preocupaciones del ciudadano como el ocio o el medio ambiente) como fin en sí
mismo del Estado y no como un medio para permitir la buena vida de sus
ciudadanos. Fue entonces cuando se puso la semilla de la crisis financiera
actual. En paralelo, se retrocedió en campos en los que el progreso parecía
indiscutible.
Las desigualdades entre una élite que amasa
monstruosas sumas de dinero y el resto de la sociedad se convirtieron en un
abismo. Las sociedades tienden a dividirse entre los que trabajan mucho y no
logran satisfacción de su dinero y los pobres, cada vez más numerosos en los
últimos años. En los 80, el pleno empleo dejó de ser una fin de la economía, la
esperanza de vida aumentó, pero no fundamentalmente por el crecimiento, como
antes (sino por la aplicación de la tecnología, y lo hizo también en países
pobres), los derechos laborales comenzaron a debilitarse y la labor social del
Estado con los más desfavorecidos, a través de las prestaciones sociales,
comenzó a ser vista como una forma de parasitismo. Son los efectos secundarios
de un crecimiento al servicio del crecimiento.
España es, por el florecer que siguió a la
dictadura y su entrada en la Unión Europea, una excepción entre los países más
ricos en las últimas décadas, pero ahora afronta ya retos parecidos.
-Gobiernos como el español dicen estar obsesionados
con el crecimiento, aunque de momento estén abonados a la austeridad que sufren
quienes menos culpa tienen de la crisis.
Robert S.- Si el Gobierno español tiene una
obsesión por el crecimiento, lo está demostrando de una manera muy rara, porque
sus políticas están dando crecimiento negativa. Necesitas, por lo menos, una
cierta recuperación antes de ni siquiera empezar a pensar en algo como lo que
proponemos.
Edward S.- No tenemos nada en contra del
crecimiento, siempre que sea algo instrumental, no un fin en sí mismo, que ha
sido lo dominante en los últimos 40 años. Eso es una locura.
Robert S.- No es que veneremos el ídolo del
crecimiento, sino el tipo de crecimiento que hemos vivido en los últimos años y
la constatación de que no tenemos nada más que ofrecer. No tenemos glorias
militares, júbilo religioso... ¿qué podemos ofrecer además de eso? El
crecimiento no es potencialmente tan peligrosos como esas otras cosas, pero no
podemos decir que sea inocuo. No lo es.
Según los autores, si el crecimiento, un índice
sesgado para medir el progreso del hombre, "triunfó de una manera rápida y
contundente" sobre el resto de fines de la economía por el espectacular
aumento en el nivel de vida de las décadas de 1960 y 1970 y la cercanía al
pleno empleo en las sociedades occidentales. "En tales circunstancias, el
pensamiento económico quedaba libre para concentrarse de nuevo en la eficiencia
de la eficiencia de la producción", señalan.
EL ESTADO YA NO SE OCUPA DE LA "BUENA
VIDA"
La buena vida, a diferencia de la felicidad (algo
"privado" y psicológico, no siempre conectado con las condiciones de
vida) se basa para ellos en un puñado de elementos básicos que el Estado
debería promover, pero que corresponde a los ciudadanos disfrutar y desarrollar
por completo. Salud, seguridad (física o económica), respeto, personalidad
(libertad para actuar con autonomía), armonía con la naturaleza, amistad (lazos
afectivos con los demás) y ocio (lo que se hace porque sí, no por obligación o
por un fin).
-Según ustedes, el Estado ya no se ocupa de esas
funciones por una concepción liberal o neutral que es en realidad una falacia.
Edward S.- Esa definición de que el Estado
es neutral entre diferentes buenos estilos de vida es relativamente reciente.
Antes nunca había sido así y, en realidad, los Estados liberales no son
neutrales, fomentan ciertos comportamientos y desincentivan otros, en cuanto a
impuestos, legislación penal, inmigración... La neutralidad es un mito muy
pernicioso porque nos impide tener un buen debate sobre cómo queremos vivir,
algo que ha pasado a un segundo plano.
Esa neutralidad que critican padre e hijo ha hecho
que el debate público ya no se ocupe de la buena vida, sino sólo de
"opciones, eficiencia o la protección de los derechos", según su
texto. No se discute si la pornografía es buena o mala en sí, sino que es
relativo y si se condena se hace por otros motivos como la explotación de seres
humanos, la incitación al crimen sexual o su emisión en horario infantil. La
elección entre el vino y el crack es relativa, ya que depende de cómo el
ciudadano percibe su utilidad. Por ejemplo: "si prefiero gastar mi dinero
en crack en lugar de vino, entonces el crack tiene más utilidad para mí",
aseguran.
Si "la buena vida" no existe, sino que es
relativa, el individuo basa su lugar en la sociedad en el "tanto como, o
el más que los demás", como dos personas que van camino de una ciudad y se
pierden. "Siguen andando, con la única finalidad de mantener ventaja sobre
el otro. Si no hay un lugar correcto en el que estar, es mejor estar
delante". Y ese es, según ellos el germen de la crisis actual, ante la que
están surgiendo cada vez más movimientos de protesta.
SIMPATÍA POR LOS INDIGNADOS
-En España ha surgido varios movimientos
espontáneos, como el 15-M, los indignados y los que estos recientemente
apuestan por rodear el Congreso de los Diputados. ¿Qué les parecen?
Robert S.- Les tenemos mucha simpatía. Es
una protesta y la protesta, sentirse insatisfecho, es el principio del
pensamiento. Pero no nos enmarcamos en una crítica puramente ideológica o de
izquierdas, porque no se trata sólo de una crítica contra la estructura del
sistema. Pensamos que hay ciertos flujos en nuestro sistema provienen de la
naturaleza humana. No puedes tratar a los individuos como sujetos totalmente
pasivos que no han decidido cómo vivir su vida. Lo que decimos es que el
capitalismo inflama la tendencia, hace que esa insaciabilidad sea mayor. La
ausencia de límites, la insaciabilidad, ha estado mal vista durante toda
nuestra Historia, hasta hace muy poco. Ese es el verdadero cambio.
Los dos autores son optimistas sobre el futuro.
Proponen una renovación ética, más políticas sociales y la reducción de la
presión por consumir o la publicidad que altera la libre elección del
ciudadano. Creen que "hoy estamos mejor preparados que nunca" para
esa buena vida, en palabras de Skidelsky padre. Lo cierto es que "materialmente
estamos mucho mejor que en los años 30" y el conocimiento es accesible a
mucha más gente, algo que combinado con el despertar ético que puede suponer
esta crisis económica podría dejar a las sociedades avanzadas en una mejor
posición de partida que la de Keynes en 1930. Eso sí, el biógrafo de Keynes,
que estudió bien el tempestuoso siglo XX que siguió a su ensayo sobre la
"buena vida", cruza los dedos para que "la crisis no dure
demasiado tiempo". "No nos lo podemos permitir" para que no
surja la tentación de repetir los mismos errores.
Daniel Basteiro para Huffintong Post
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