Una pregunta para hacerse en estas fechas en que uno mira para adelante, a todo este año por venir, con ilusión...
Vale la pena preguntárselo. Un abrazo grande y a disfrutar de este flamante 2014.
Dany
¿Qué futuro estamos construyendo?
- La austeridad es 'pobreza para la mayoría y riqueza para unos pocos'
- El sociólogo admite que hoy no hay alternativa viable al capitalismo
- 'La falta de confianza en los políticos es un fenómeno a nivel mundial'
Entrevista a Zigmun Bauman
Todo se diluye a nuestro alrededor.
Cualquiera diría que la "modernidad líquida" que vislumbró Zygmunt
Bauman se ha convertido en un torrente que todo lo arrastra. No va quedando
nada sólido a lo que agarrarse. Y lo que es peor: cualquiera diría que hemos pasado
de la fase "ultralíquida" a la gaseosa. Todo se está haciendo cada
vez más etéreo.
"Lo
que ocurre es que no tenemos un destino claro hacia el que movernos", certifica el sociólogo y pensador
polaco, que sigue trotando infatigablemente por el mundo a sus 87 años.
"Deberíamos tener un modelo de sociedad global, de economía global, de
política global... En vez de eso, lo único que hacemos es reaccionar ante la
última tormenta de los mercados, buscar soluciones a corto plazo, dar manotazos
en la oscuridad".
Acudimos
al reclamo del maestro en su terruño adoptivo de Leeds, donde lleva media vida
afincado y desde donde observa el mundo con sus ojillos ávidos, entregado al
ritual diario de la escritura y del tabaco en pipa. Aspira Bauman el humo por
la boquilla, y ya pueden fluir sus largos y ponderados pensamientos sobre la
vida líquida.
"La relación de dependencia mutua
entre el Estado y los ciudadanos ha sido cancelada unilateralmente. A los
ciudadanos no se les ha pedido su opinión".
"Cuando
usé la metáfora de la "modernidad líquida", me refería en concreto al
período que arrancó hace algo más de tres décadas. Líquido significa,
literalmente, "aquello que no puede mantener su forma". Y en esa
etapa seguimos: todas las instituciones de la etapa "sólida" anterior
están haciendo aguas, de los Estados a
las familias, pasando por los partidos políticos, las empresas, los puestos de
trabajo que antes nos daban seguridad y que ahora no sabemos si durarán hasta
mañana. Es cierto, hay una sensación de liquidez total. Pero esto no es nuevo,
en todo caso se ha acelerado".
Sostiene
Bauman que el mundo sólido surgido de los rescoldos de la Segunda Guerra
Mundial ya no es viable. Admite que a él nunca le gustó el término de
"estado del bienestar", que se ha acabado convirtiendo en un caballo
de batalla ideológico.
"Yo siempre
he preferido hablar del "estado social". Se trataba de crear una especie de "seguro colectivo" a la
población tras la devastación causada por la guerra, y en esto estaban de
acuerdo la derecha y la izquierda. Lo que ocurre es que el "estado
social" fue creado para un mundo sólido como el que teníamos y es muy
difícil hacerlo viable en este mundo líquido, en el que cualquier institución
que creemos tiene seguramente los días contados".
La
esperanza es inmortal, sostiene Bauman, que nos invita a defender la sanidad
pública, la educación pública o las pensiones mientras podamos. Pero poco a
poco habrá que hacerse a la idea de que el "estado social" se irá
disolviendo y acabará dejando paso a otra cosa.
Un planeta social
"En
este 'espacio de los flujos' del que habla Manuel Castells, tal vez tiene más sentido hablar de un
"estado en red" o de "un planeta social", con
organizaciones no gubernamentales que cubran los huecos que va dejando el
estado. Yo creo sobre todo en la posibilidad de crear una realidad distinta
dentro de nuestro radio de alcance. De hecho, los grupos locales que están
creando lazos globales como Slow Food, son para mí la mayor esperanza de
cambio".
"El gran reto del siglo XXI va a
ser precisamente acabar con el divorcio entre poder y política".
Eso
sí, el maestro quiere dejar claro que hay una diferencia entre "lo
inevitable" en este mundo líquido y lo que está ocurriendo en la vieja
Europa desde que arrancó la crisis: "La relación de dependencia mutua
entre el Estado y los ciudadanos ha sido cancelada unilateralmente. A los
ciudadanos no se les ha pedido su opinión, por eso ha habido manifestaciones en
las calles. Se ha roto el pacto social, no es extraño que la gente mire cada vez con más recelo a los
políticos".
Una
cosa es la dosis necesaria de austeridad tras "la orgía consumista"
de las tres últimas décadas, y otra muy distinta es "la
austeridad de doble rasero" que
están imponiendo los Gobiernos en Europa. El autor de 'Tiempos líquidos' le ha
dedicado al tema uno de sus últimos libros: 'Daños colaterales: desigualdades
sociales en la era global'.
"La
austeridad que están haciendo lo Gobiernos puede resumirse así: pobreza para la
mayoría y riqueza para unos pocos (los banqueros, los accionistas y los
inversores). O lo que es lo mismo: austeridad para España, Grecia, Portugal e
Italia, mientras Alemania hace y deshace a sus anchas. Como dice mi colega, el
sociólogo alemán Ulrich Beck, Madame Merkiavelo (resultante de la fusión de
Merkel y Maquiavelo) consulta todas las mañanas el oráculo de los mercados y
luego decide".
Al albur de los mercados
¿Qué
hacemos pues con los políticos? "Ése es el gran problema. La falta de
confianza en los políticos es un fenómeno a nivel mundial. Y la razón de fondo
es que los políticos no tienen ningún poder, el estado no tiene poder. En el mundo globalizado en el que vivimos,
las decisiones las toman los poderes económicos que no entienden de fronteras.
El gran reto del siglo XXI va a ser precisamente acabar con el divorcio entre
poder y política".
Pese
a todos sus envites contra el sistema, Bauman reconoce que hoy por hoy no
hay alternativa viable al capitalismo,
que ha demostrado la capacidad de las anguilas para adaptarse a los tiempos
líquidos.
"La naturaleza del capitalismo es
la de un parásito: se apropia de un organismo, se alimenta de él, lo deja
enfermo o exhausto y salta a otro".
"El
capitalismo se lleva trasformando desde su invención y ha
sobrevivido a las situaciones más difíciles. Su naturaleza es esencialmente la de un parásito: se apropia de un
organismo, se alimenta de él, lo deja enfermo o exhausto y salta a otro. Eso es
lo que está ocurriendo desde que arrancó esta forma de capitalismo en la era de
la globalización".
La generación de la incertidumbre
"Recordemos
el famoso 'corralito' en Argentina", advierte Bauman. "Luego vino el
colapso de Malasia, y la crisis del rublo, y finalmente la burbuja que estalló
en Irlanda, luego en Islandia, y en Grecia, y ahora
en España. Hasta que no revuelvan el
país y lo dejen en una situación límite no dejarán de dar la lata. Mire lo que
ha ocurrido en Chipre. El capitalismo necesita de tierras vírgenes, que puedan
ser persuadidas y seducidas. Ya llegará el momento en que se les obligue a
pagar las deudas".
La
última gran preocupación de Bauman es en todo caso la juventud. A la generación
de la incertidumbre le dedica su último libro ('Sobre la educación en un mundo
líquido'), con especial hincapié en el desfase del sistema educativo y la
precariedad económica en estos tiempos ultralíquidos.
"Soy
muy consciente del tremendo problema del paro juvenil, que es algo ya común a
todos los países occidentales, pero que se manifiesta muy cruelmente en España.
Cuando más de la mitad de los jóvenes no tienen trabajo, cuando a muchos de
ellos no les queda más salida que salir al extranjero o ganarse la vida en
trabajos 'basura', después de haber sacado títulos que no les sirven para nada,
la gran pregunta es: "¿Qué futuro estamos construyendo?".
Carlos Fresneda – Diario el Mundo
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