lunes, 29 de diciembre de 2014

Por qué quiero que mis hijas aprendan empatía en vez de chino

Me parece imprescindible, en estos tiempos que corren (donde reina la individualidad, el egoísmo, la carrera por el éxito sin importar como, el temor a relacionarse, el vivir en una caja…), que ya sea una realidad y se esté desarrollando y extendiendo la forma de dar clases de empatía a los niños. Más detalles, la nota de más abajo.

Espero estén disfrutando de estos días especiales, festejando con los seres queridos el poder estar juntos, con salud y demostrando ese amor que de a ratos, parece como que no hubiera tiempo de demostrarlo. Empiecen un gran año, tiene que serlo. Besos y abrazos para todos y todas

Por qué quiero que mis hijas aprendan empatía en vez de chino
Por Ana Sáenz de Miera

Estoy embarazada de mi tercera hija; ya en el séptimo mes y con una tripa notoria. Y cada vez que me subo al metro para volver a casa del trabajo, con el vagón abarrotado, observo cómo la gente, al verme entrar, gira la cabeza hacia otro lado. Mejor dicho, gira la cabeza hacia su Smartphone para evitar ver a una embarazada a un metro de distancia, a quien saben deberían dejarle el sitio. Son muy pocas personas las que me miran a los ojos y se levantan para dejarme su asiento. No sé si saben chino, programación o son buenas en matemáticas. Pero hay algo que sí tienen en común todos ellas: empatía. Empatía de esa que te mueve y te lleva a hacer algo por el otro. Empatía en acción.
Esa es la empatía que mueve a las personas a hacer cosas por los demás. A construir un paritorio en Camerún, a donar su tiempo y esfuerzo por una causa común. La que mueve a un joven a montar una iniciativa social en su colegio.

Pero la cosa no queda aquí. La empatía en acción, en contra de lo que se piensa, no solo es buena porque ayuda a los demás. La empatía es esencial para tener éxito personal. La empatía es la que hace que una persona trabaje bien en equipo, que un líder sea bueno, que una empresa enfoque sus servicios a las verdaderas necesidades del cliente, o que un joven sepa cómo actuar en una entrevista de trabajo.
La empatía no surge solo cuando uno mira a su entorno. La empatía nos hace mirar de otra forma a nuestro entorno, fijándonos en las necesidades y preparando la acción.

De nada sirve que alguien sea un buen orador, si no es capaz de darse cuenta de que lo que está comunicando no interesa. La empatía en acción nos lleva a innovar y nos hace más pragmáticos y exitosos. Más felices. Y, además, ayuda a que el mundo vaya mejor.
La buena noticia es que la empatía se puede aprender y practicar. Existen emprendedores sociales, como la canadiense Mary Gordon, que ya están impulsando la empatía en escuelas desde hace casi 20 años y demostrando con resultados tangibles los beneficios objetivos de la empatía.
Pero no hace falta irse tan lejos. Existen colegios en España que están trabajando la empatía en acción con sus alumnos y logrando resultados excelentes. Este curso, por primera vez, los niños de primaria en Canarias tendrán la suerte de cursar la asignatura –obligatoria y evaluable- “Educación Emocional y para la Creatividad”, donde dos veces a la semana trabajarán la empatía y otras emociones.
A día de hoy, este tipo de indicadores no computa en los rankings de los top 100 colegios de España, que desgraciadamente siguen centrados en los resultados académicos. Pero si todos nos concienciamos de su importancia – como en su día pasó con la alfabetización- y empezamos a demandarlo y a practicarlo, las cosas cambiarán.
Yo quiero que mis hijas aprendan empatía. Para que no giren la cabeza hacia otro lado. Para que sean personas activas a las que sí les importa lo que pasa ahí fuera, y se movilicen por ello. Para que tengan éxito personal y profesional. Y para que cuando vayan a China, sean capaces de entender a los locales con solo mirarles a los ojos.
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Ana Sáenz de Miera (@asaenzdemiera) es directora de Ashoka en España y Portugal , la mayor red de emprendedores sociales del mundo. Ashoka está trabajando para cambiar el paradigma de la educación, y a través de la iniciativa global Start Empathy, está seleccionando a aquellos colegios visionarios que están demostrando que enseñar la empatía es posible.

lunes, 15 de diciembre de 2014

Pensamiento - el tuyo, el mío, el de todos...o casi todos

Los otros días, gracias a una amiga, disfruté de este precioso texto de Clarice Lispector, una desconocida para mí. Resulta ser una de las principales exponentes de la literatura brasileña. Como siempre, me puse a buscar información sobre ella, sobre su obra, su vida y realmente resultó muy interesante, al punto de ir a la biblioteca del pueblo y encontrarme con un libro de ella que ahora mismo tengo entre mis manos.
Este tipo de escritos como el que van a leer, solo se escribe con una buena parte de la vida vivida, con la tranquilidad, la confianza y el reconocimiento de los aciertos y errores que fuimos creando a cada paso. Y seguramente por eso, muchos de ustedes se verán reflejados en varias de estas líneas, como me pasó a mi. Al punto de quedarme reflexionando, mirando sobre el hombre el pasado, tan cerca y tan lejos, llenos de caras amigas (Las otras no las recuerdo…¿Será la famosa memoria selectiva?) y de mis aciertos y mis errores, contento con los primeros y apenas sonriendo de lado a los segundos, porque gracias a ellos aprendí a hacerlo mejor.
Que disfruten de la reflexión de hoy y excelente semana para todos.

Pensamiento - Clarice Lispector

Ya escondí un amor con miedo de perderlo, ya perdí un amor por esconderlo.
Ya estuve en manos de alguien por miedo, ya tuve tanto miedo al punto de ni sentir mis manos.
Ya expulsé de mi vida a personas que amaba, ya me arrepentí por eso.
Ya pasé noches llorando hasta caer de sueño, ya me fui a dormir tan feliz al punto de ni conseguir cerrar los ojos.
Ya creí en amores perfectos, ya descubrí que no existen.
Ya amé a personas que me decepcionaron, ya decepcioné a personas que me amaron.
Ya pasé horas frente al espejo intentando descubrir quién soy, ya tuve tanta certeza de mí al punto de querer desaparecer.
Ya mentí y me arrepentí después, ya dije la verdad y también me arrepentí.
Ya fingí no dar importancia a las personas que amaba, para mas tarde llorar silenciosa en mi cuarto.
Ya sonreí llorando lágrimas de tristeza, ya lloré de tanto reír
Ya creí en personas que no valían la pena, ya dejé de creer en las que realmente valían.
Ya tuve crisis de risa cuando no podía, ya quebré platos, copas y vasos de rabia.
Ya eché de menos a alguien pero nunca se lo dije.
Ya grité cuando debía callar, ya callé cuando debía gritar
Muchas veces dejé de decir lo que siento para agradar a unos, otras veces dije lo que no pensaba para lastimar a otros.
Ya fingí ser lo que no soy para agradar a unos, ya fingí ser lo que no soy para desagradar a otros.
Ya conté chistes y más chistes sin gracia solo para ver a un amigo feliz.
Ya inventé historias con final feliz para dar esperanza a quien lo necesitaba.
Ya soñé demasiado, al punto de confundir con la realidad
Ya tuve miedo de la obscuridad, hoy en la obscuridad "me encuentro, me agacho, me quedo ahí"
Ya caí innumerables veces pensando que no me iba a levantar, ya me levanté innumerables veces pensando que no caería más.
Ya llamé a quien no quería solo para no llamar a quien realmente quería.
Ya corrí tras un carro, porque se llevaba a quien yo amaba.
Ya llamé a mi madre en el miedo de la noche huyendo de una pesadilla, mas ella no apareció y la pesadilla fué aún mayor.
Ya llamé "amigo" a personas cercanas y descubrí que no lo eran, algunas personas nunca necesité llamarles nada y siempre fueron y serán especiales para mí.
No me den formulas exactas, porque no espero acertar siempre.
No me muestren lo que esperan de mí, porque voy a seguir mi corazón.
No me hagan ser lo que no soy, no me inviten a ser igual, porque sinceramente soy diferente.
No sé amar a medias, no sé vivir de mentiras, no sé volar con los pies en la tierra.
Soy siempre yo misma, mas ciertamente no seré la misma para SIEMPRE!
Gusto de los venenos más lentos, de las bebidas más amargas,
de las drogas más poderosas, de las ideas más locas,
de los pensamientos más complejos, de los sentimientos más fuertes
Tengo un apetito voraz y los delirios más locos.
Me puedes hasta empujar de un acantilado que yo voy a decir:
- ¿Y qué? ¡AMO VOLAR

martes, 9 de diciembre de 2014

Baile agarrado e ira de Dios

Las religiones siempre se caracterizaron por controlar al pueblo, diciendo lo que está bien y lo que está mal, lo que se debe y no se debe hacer. Tenían la cultura, tenían el saber de su lado, podían crear realidades a partir de sus propias ideas y de sus propios objetivos. Hoy todos tenemos al alcance de la mano la información, la cultura, el poder discernir de lo bueno y lo malo, lo que está bien y mal. No obstante algunas religiones,  o quizás mejor dicho, algunos de sus dirigentes  siguen controlando a sus fieles. Con lo cual, tanto ayer como hoy, quizás distintas religiones, pero los mismos vendedores de realidades distorsionadas, llamémosles Imanes, llamémosles curas…

Baile agarrado e ira de Dios
Arturo Pérez-Reverte 
Me ha discutido algún que otro lector la veracidad de algo que afirmé aquí hace unas semanas, cuando comparaba a nuestros curas fanáticos de antaño, o de no hace tanto, con los imanes fanáticos de hoy. En concreto, mencionaba yo el todavía reciente deseo -hace sólo setenta años- de algunos obispos españoles de meter en la cárcel a quienes bailasen agarrados, porque eso era fuente de pecado y semilla de todo mal. Y en este punto debo admitir algo: cuando lo escribí me goteaba el colmillo, clup, clup, clup, porque conozco a mis clásicos y sabía que más de uno iba a entrar a por uvas. Así que, si les parece bien, hoy vamos con ello.

Tomemos, para el caso, un libro que tienen ustedes a su disposición en mi biblioteca: ¿Grave inmoralidad del baile agarrado?, se titula. Tiene 166 páginas y fue impreso en Bilbao en 1949, décimo Año Triunfal. Hace, por tanto, 65 tacos de almanaque. Con el nihil obstat de Fernando Lipuzcoa, censor, y el imprimatur de Pablo Gúrpide, vicario general de Pamplona. Y que lleva, a modo de epígrafe, una bonita cita del papa Pío Nono -«La ligereza de las señoras y señoritas ha traspasado los límites del pudor en lo que atañe a vestidos y bailes»- y otra del también papa Pío XII -«Trabajad contra la inmoralidad que agosta a la juventud»-. En cuanto al texto, un simple vistazo al índice resulta ya de lo más prometedor: Escándalo público del baile agarrado, Víctimas culpables, Insensibilidad femenina, Restauremos la conciencia del pueblo y algunos etcéteras más. Texto, por cierto, que abunda en conclusiones contundentes como ésta: «Baile agarrado, parejeo solitario, la corrupción en la aldea es más intensa que en la ciudad», o como ésta: «La mujer, hasta ayer cáliz del hogar, padece un relajamiento alarmante de criterio y de modales». Para concluir con estas dos perlas «Así saborean los pueblos corrompidos la lujuria provocando la ira de Dios» y «Los pueblos corrompidos son incapaces de comprender otro lenguaje que el del látigo».
Pero no crean que el autor del libro -padre Jeremías de las Sagradas Espinas, firma el tío, con dos cojones- se queda en lo superficial. Al contrario, nuestro autor baja la arena del argumento científico y afirma «Con frecuencia existen conmociones venéreas sin llegar a la plena saciedad de la naturaleza», estima que «los jóvenes pierden el pudor en los tocamientos mutuos prolongados del baile agarrado, en los brazos, espalda, pecho y cintura», considera que «los pechos en la mujer son las partes del cuerpo en las que recibe máximas conmociones carnales» o describe, lúcido«esas parejas de hombres y mujeres cosidas de pecho y vientre, con la conciencia hecha jirones, embriagándose de lujuria», para rematar: «El baile agarrado debe ser totalmente eliminado de las costumbres del pueblo. Es precisa, a toda costa y cuanto antes, una reacción violenta y eficaz». Todo eso, ojo, diez años después del término de esa otra reacción violenta y eficaz que el padre Jeremías de las Sagradas Espinas, supongo, también llamó Cruzada de Liberación.

Dirán ustedes que para qué remover viejos textos que ya no nos afectan. La respuesta es simple: no son tan viejos, y nos afectan. En primer lugar, para dejar claro que el Islam radical y su hipócrita consideración de la moralidad pública no nos caen tan lejos como creemos; y que un sacerdote con poder, un intermediario arrogante de cualquier Dios verdadero o no, imaginado o por imaginar, siempre será un peligro, use tonsura, turbante o micrófono de telediario. Por otra parte, lo admito, en todo esto hay también un asunto personal: cierta cuenta pendiente. Una cosa es la religión que, en privado y para su conciencia, practique cada cual. ¿Quién puede criticar eso? Pero hablamos de otra cosa: de imposición. Fulanos como el padre Jeremías de las Sagradas Espinas controlaron durante siglos a España desde púlpitos y los confesonarios, como los imanes controlan ahora lo suyo desde las mezquitas. El padre Jeremías, el censor, el vicario y el resto de la tropa dirigieron, o intentaron hacerlo, la vida de mi familia, de mi madre, de mi abuela, de mis antepasados, la mía propia, inmiscuyéndose en nuestra intimidad y libertad, cerrando puertas a la razón, a la cultura, a la verdadera educación. Ellos, y el agua bendita con que santificaron a quienes cebaban cárceles y paredones, nos tuvieron durante siglos en una mazmorra negra de la que todavía hoy pretenden, algunos, conservar la llave. Por eso es bueno recordar que, hace sólo 65 años, un hijo de puta con balcones a la calle exigía acabar con el baile agarrado «donde los jóvenes, unidos pecho con pecho, arden en la hoguera de la lujuria». Y tener presente que, si lo tolerásemos, seguiría exigiéndolo. No les quepa duda.   

Gabriel José García Márquez

Gabriel José García Márquez   Aracataca ,   Magdalena ,   Colombia ;   6 de marzo   de   1927 Ciudad de México ,   México ;   17 de abril   ...